¿Cómo desarrollar nuestra resiliencia?


Es preciso comenzar por definir el término resiliencia, cuyo significado, en términos sencillos de entender, comprende la capacidad de una persona para salir adelante en situaciones difíciles, y no sólo eso, sino crecer y ser alguien mejor, luego de haber pasado por ellas.

Para hacer las cosas más sencillas aún, se enunciarán algunos eventos en los que necesitamos resiliencia. Necesitamos resiliencia para cumplir nuestras metas, necesitamos resiliencia para poder superar alguna persona o trauma psicológico, necesitamos resiliencia para saber cómo actuar frente a las burlas, insultos, faltas de respeto o cualquier tipo de agresión recibidos por los demás, necesitamos resiliencia cuando atravesamos por situaciones de deudas o de extrema pobreza, necesitamos resiliencia cuando pasamos por crisis familiares, necesitamos resiliencia cuando queremos abandonar algún mal hábito como el consumo excesivo de alcohol o tabaco,  necesitamos resiliencia para resolver nuestros problemas cotidianos, necesitamos resiliencia para aprender cosas nuevas, necesitamos resiliencia para terminar nuestras tareas ya sean escolares o del trabajo, necesitamos resiliencia para saber lidiar con alguna enfermedad o padecido algún accidente, etc. En estos casos es la resiliencia la que nos ayuda a mantenernos felices, optimistas, con esperanzas y deseos de seguir viviendo y luchando por aquello que queremos.

Generalmente, cuando se toca el tema de la resiliencia, enseguida solemos percibirla como algo lejano, difícil de alcanzar y por lo tanto, inútil al invertir nuestro tiempo en estudiarla o tratar de conseguirla; sin embargo, aunque yo no quiera decir que esto es algo sumamente sencillo de aprender, tampoco podemos desalentarnos tan rápidamente, cuando hay algunos aspectos tan sencillos, que si los consideramos, nos pueden ayudar a ser más resilientes.

En el terreno de la resiliencia se encuentran algunas parcelas como son: el manejo de las emociones, el razonamiento, las capacidades cognitivas según la edad o etapa intelectual, la autoestima, la autonomía, entre otros; dicho de otra manera, para ser resilientes hay que saber: regular nuestras emociones, razonar, valorarse a uno mismo y ser independiente, en la mayor medida que nos sea posible. Veamos individualmente, cada uno de estos aspectos:

Gestión de las emociones.- La literatura sobre la inteligencia emocional nos sugiere que si queremos terminar una labor con eficacia y efectividad, es mejor realizar con la mente tranquila, sin tensión; cuando nos enojamos o entristecemos compulsivamente, tendemos a pensar menos y por lo tanto realizar las cosas de manera irracional y por consiguiente fracasar en la actividad que nos hayamos propuesto; por ello es indispensable mejorar continuamente en el manejo de nuestras emociones, saber percibir qué emoción estamos experimentando, analizar si es apropiada o no para la situación y re direccionarnos a un estado emocional con menor tensión, para resolver el conflicto de una manera más pacífica y objetiva. 

Razonamiento.-  Esto es algo que está directamente relacionado con las capacidades cognitivas del individuo según su etapa intelectual, no demandemos del niño algo que está más allá de sus posibilidades, por ejemplo, no podemos exigirle a un niño promedio de 5 años que se exprese oralmente tan bien como un profesional que ha estudiado Lengua y Literatura por varios años; el desempeño depende de la capacidad de razonar. Para hacer algo bien, hay que saber, cómo hacerlo; aquí se juegan aspectos como la experiencia en un campo, la estimulación intelectual recibida,  el nivel léxico adquirido, la etapa intelectual vigente, etc. Necesitamos razonar para inferir que algo no es lo suficientemente grave como para detenerme, ponerme  a llorar o abandonar la tarea; necesitamos razonar para poder ver el lado bueno de las cosas; necesitamos razonar para poder encontrar soluciones plausibles al caso que nos esté atormentando, etc. Así que si queremos ser resilientes procuremos razonar objetivamente, analizar las causas y consecuencias de algo, tener en cuenta las intencionalidades de los involucrados y considerar la importancia de no dañar nuestros vínculos sociales, desarrollemos continuamente nuestro pensamiento autónomo, capacidad de investigación y juicio crítico, esto, mediante experiencias de estudio general y continuo entrenamiento en el cómo mantener relaciones sociales adecuadas.

Interrelación.- Como se ha venido diciendo, mientras más saludables sean nuestras relaciones con los demás, más posibilidades tendremos de gozar y experimentar felicidad en nuestras vidas. Fueron los esposos Wolin, psicoterapeutas e investigadores con experiencia en el tema, quienes enfatizaron que una manifestación de la resiliencia es la interrelación, es decir, la capacidad de crear vínculos fuertes y equitativos con otras personas. Y es que cada vez que recibimos un elogio, aplausos, felicitaciones, entre otros, nos sentimos más motivados a seguir haciendo aquello en lo cual nos han alentado. Y aun cuando nadie nos felicitase, si hemos desarrollado vínculos sociales adecuados, seremos conscientes de que las personas que nos rodean nos quieren sin condición  alguna, de que están dispuestos a ayudarnos, de que nos dan consejos por nuestro propio bien y porque no quieren vernos sufrir o padecer problemas innecesarios.


Autoestima.- Hay que quererse a uno mismo para tener confianza en nuestras capacidades y talentos; sin fe, sin esperanza, no tiene sentido realizar ninguna actividad, pero si empezamos por valorarnos, de seguro que seguirá encendido el deseo de seguir adelante en un proyecto, aun cuando nadie nos apoyare. 

Autonomía.- Si frecuentemente solicitamos la ayuda de alguien para hacer algo, poco incrementaremos nuestra autonomía y más difícil será afrontar las distintas situaciones con las que nos encontremos a lo largo de nuestra existencia; por consiguiente, formémonos como personas independientes, capaces de lograr las cosas por sí solos; desarrollemos nuestro sentido autodidacta, busquemos conocer cómo se resuelven ciertos problemas para que no  siempre dependamos de  alguien que nos ayude para hacerlo, es verdad que en el camino de nuestras vidas habrán seres que nos acompañarán o alentarán, y esto puede resultar motivador e incluso necesario, pues como se redactó hace un momento, es muy importante  contar con unos vínculos sociales adecuados y estables; sin embargo también es necesario tener en cuenta que habrá circunstancias en las que quizás, nadie nos apoyará en algo, en las que posiblemente incluso nuestra familia nos dé la espalda, es en estos casos cuando la autonomía, jugará un papel muy importante.

Considero que en este punto es relevante mencionar tres ideas trascendentales, la primera es que no podemos pensar que tenemos altamente desarrollada nuestra resiliencia sólo por resolver conflictos tan sencillos que casi cualquiera pudiera resolver, a veces sólo calificamos a hechos tan simples como “complejos”, sin darnos cuenta de la insignificancia que poseen; la segunda idea importante que quisiera puntualizar es que no siempre se puede ser resiliente, sobre todo en casos evidentemente graves como la pérdida de un ser querido, íntimamente cercano, o cuando ya hemos llevado mucho tiempo haciendo algo sin obtener ningún resultado positivo o ningún tipo de avance; hay situaciones en las que realmente es necesario detenerse, descansar, llorar, gritar, apartarse, reflexionar, renunciar, pedir ayuda, no somos omnipotentes, ni omniscientes, siempre habrán momentos en los que será indispensable el apoyo, dirección y compañía de otras personas; finalmente la tercera idea es que la resiliencia no es una capacidad innata ni estable, que permanece fija, que no decrece ni aumenta, más bien, se requiere de un continuo entrenamiento y es factible de ser desarrollada siempre que haya un conocimiento consciente de la misma y un compromiso profundo por vivenciarla de parte del ser humano en particular como de la familia, la escuela, la sociedad, el Estado y las instituciones… (Puerta, 2011, p. 99).

Creo que en un artículo concreto como este, no será suficiente para abarcar la complejidad del tema en cuestión, por ello le invito a seguir leyendo, investigando sobre este fenómeno para conocerlo con mayor profundidad; al finalizar la redacción de este escrito se mostrarán las respectivas referencias bibliográficas donde se podrá encontrar información más detallada al respecto.

En resumen se puede concluir lo siguiente: si usted quiere que sus hijos se tornen aún más resilientes, permítales vivir, permítales equivocarse, caerse, lastimarse, valerse por sí mismos, bríndeles apoyo, afecto y aliento, dialogue con ellos y fomente la responsabilidad, la empatía, el respeto, la solidaridad, la importancia de pensar en el bienestar de los demás, enséñeles que la vida es dura, que no siempre se puede tener lo que se quiere al instante, que hay cosas que toman su tiempo y que no todo es fácil de alcanzar en este mundo, muéstreles que son capaces de alcanzar sus metas y sueños propuestos si no se rinden con facilidad, que han nacido con un gran potencial para triunfar y que sólo tiene que desarrollar lo que ya existe dentro de él, la resiliencia.

 
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  • Coon, D., & Mitterer, J. (2010). Introducción a la psicología, El acceso a la conducta y a la mente". Santa Fe, Colombia: Cengage Learning.
  • Munist M, Santos H, Kotliarenco MA, Suárez EN, Infante F, Grotberg E. Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños  y adolescentes. Washington: OPS/OMS/Kellog/ASDI; 1998. 
  • Puerta, MP. (2005). Resiliencia. En Carrera 7ª A N° 69-19. (Ed.), El niño sano (pp.98 -109). Bogotá, Colombia: Médica Panamericana. 
  • Puerta, MP. Resiliencia: La estimulación del niño para enfrentar los desafíos. Buenos Aires: Lumen-Humanitas; 2002. 
  • Wolin SJ., Wolin, S. The resilient self: how survivors of troubled families rise above adversity. New York: Villard Books; 1993.




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