¿Cuáles son las únicas responsabilidades de un profesor? ¿Y cuáles son sus competencias profesionales?
A pesar de los continuos avances en la Pedagogía, aún existe
la tendencia de creer que la docencia de primaria es una labor fácil, ya que
“es suficiente con conocer sobre un tema, para poder enseñarlo”. Así, se piensa
que es fácil enseñar a sumar a los niños, porque nosotros sabemos sumar; es
fácil enseñar el inglés básico a los niños, porque la mayor parte de profesionales conocemos lo básico del inglés;
etc. Este tipo de pensamientos le resta importancia y valor a la labor docente
de un profesor de primaria, le hace creer a la sociedad que cualquiera puede ejercer
el trabajo de docente y que no se necesita de una preparación para llegar a
serlo. Sin embargo, todos los pedagogos sabemos que las cosas no son así, no se
trata de que el profesor enseñe y ya, se trata de que los niños aprendan (Soto, 2018).
Entonces, el maestro debe adquirir una gama de competencias para poder enseñar,
de tal modo que sus alumnos adquieran aprendizajes significativos, competencias
que para ser alcanzadas, deben ser previamente estudiadas y ejercitadas; y a
más de esto, se trata de una cuestión de actitud, no cualquier profesión exige
la paciencia, perseverancia y amor que debe tener un profesor con las personas que
trabaja, en este caso con los estudiantes y padres.
El objetivo de esta entrada es demostrar que para ser un
maestro se necesita de varias competencias, demostrando así que no es una tarea
nada fácil y que no cualquiera puede ser un profesor; además se pretende delimitar
cuáles son los campos de actuación docente, con el fin de evitar caer en
sufrimientos innecesarios, al tratar de resolver problemas que no nos competen
y culpándonos por fracasos que en realidad no residen de nosotros. Así, en el
camino de nuestra vida profesional nos encontraremos con casos que no podremos
solucionar, porque requieren de la intervención de otro profesional
especializado en tratar ese tipo de problemas, por ejemplo, cuando el niño
padece de dislexia, precisaremos de la ayuda de un psico-pedagogo; cuando el
niño sufre un trauma emocional, se requerirá de un terapeuta; cuando la familia
del niño tiene problemas en el hogar, será
imprescindible la atención de un psicólogo consejero; etc. Los profesores no podemos andar resolviendo cada problema, de cada niño para que puedan aprender. No todo el aprendizaje depende de nosotros. Son diversas las dificultades que interfieren en el desarrollo de las actividades escolares, pero
no es una responsabilidad del maestro intervenir para solucionarlas, sino que
como ya se mencionó, en variadas ocasiones necesitaremos del apoyo de otros profesionales.
En términos más sencillos, en las siguientes líneas se señalarán cuáles son las únicas
responsabilidades que tiene que tiene un profesor y cuáles son las competencias
necesarias para desarrollarlas con solvencia y efectividad.
En síntesis se podría decir que las obligaciones de un educador
son:
- Enseñar
- Evaluar
- Reforzar
- Orientar la conducta de los estudiantes.
Pero antes, es importante que aclaremos la diferencia entre
enseñar y reforzar, pues se tiende a confundir estos términos ya que cuando
reforzamos a nuestros alumnos, implícitamente les estamos enseñando; sin
embargo, existen ciertos matices particulares en cada aspecto, que nos exigen
tratarlos por separado, por ejemplo: la enseñanza va dirigida a todo el
estudiantado, mientras que el reforzamiento solamente a aquellos alumnos que no
comprendieron bien el tema o no
adquirieron las competencias planteadas; otra diferencia es que por lo general
los niños que requieren de refuerzo necesitan de un tratamiento específico y de
recursos didácticos especiales que no se suelen demandar en la enseñanza normal,
esto compromete al maestro en proporcionar una enseñanza lo más personalizada
posible.
Una vez, aclaradas estas cuestiones, pasemos a ver los
conceptos de manera más profunda.
Enseñar
La enseñanza tiene que ver con todos los procesos necesarios
para llevar a cabo la adquisición de competencias, por parte de los
estudiantes. Es importante que pongamos nuestro mayor esfuerzo en esta etapa,
para después evitar tener que reforzar a varios estudiantes. A su vez, la
enseñanza se desarrolla básicamente en tres fases: la planificación, la preparación, y el desarrollo.
La planificación se refiere a la previsión de lo que
queremos que suceda en el aula, para que los estudiantes aprendan, y conlleva
las siguientes competencias -> Conocimiento de los contenidos de enseñanza, dominio
de estrategias didácticas, Comprensión del currículo y de la elaboración de las
planificaciones curriculares, Capacidad para realizar adaptaciones
curriculares, Conocimiento de los estudiantes, Comprensión pedagógica,
Comprensión del aprendizaje, Conocimiento didáctico de cada disciplina
específica.
Preparación en esta etapa procedemos a obtener o elaborar
los materiales didácticos necesarios para la clase, a escribir en la pizarra la
información previa que será requerida para ejercer la enseñanza, descargar las
canciones o vídeos que servirán de apoyo, así como instalar los equipos
electrónicos previamente a la clase para su posterior uso. Las competencias
requeridas para esta fase son: el dominio de las TICs (Tecnologías de la Información
y Comunicación), la adecuada previsión del tiempo, así como una actitud elevada
de proactividad y prevención.
El desarrollo indica el momento en el que se pone en
práctica todo lo planificado, lo que se requiere en esta etapa es de un
estado de alerta y supervisión constante para evidenciar que se cumpla en mayor
medida con todo lo planificado. También se necesita de flexibilidad, para que cuando
surjan diversos inconvenientes, se pueda adecuar las actividades de enseñanza
a las situaciones específicas que acontezcan. También se precisa de cautela en
el control y buen uso del tiempo, de esta manera no daremos lugar al tan
indeseado: “se acabó la hora y no terminé de dar la clase”.
Evaluar
La evaluación se refiere al momento en el que decidimos
valorar el grado en el que los estudiantes han alcanzado una determinada
competencia, verificando con objetividad y exactitud cuánto han aprendido, en
qué les falta mejorar, y así obtener una base para reforzarles y descubrir cuál
es la causa por la cual no han aprendido, y así tener cuidado en las próximas
prácticas curriculares. Al igual que la
enseñanza, la evaluación tiene ciertas fases que deben ser mencionadas: la
elaboración de instrumentos de evaluación, la recolección de datos, la
valoración del aprendizaje, y la calificación de los trabajos.
Si bien la elaboración de instrumentos de evaluación es una
tarea que viene incluida en la planificación curricular o planificación de la
enseñanza, creo que no debería ser considerada como enseñanza, puesto que
cuando uno evalúa no se enseña, evaluar supone acciones diferentes a la
enseñanza; que son tareas íntimamente relacionadas y que una necesita de la
otra para educar con eficiencia, es algo
que nadie puede negar; pero esto no quiere decir que significan lo mismo. Para
elaborar los instrumentos de evaluación, necesitamos estudiar una disciplina
científica llamada: evaluación educativa, aquí podemos encontrar fundamentos,
técnicas e instrumentos de evaluación concretos que deberemos utilizarlos de
acuerdo al contenido que se quiere evaluar. Así por ejemplo, no podemos evaluar
la comprensión lectora de un niño simplemente escuchándolo y diciéndole: "te
faltó mencionar algunos puntos importantes"; más bien, es recomendable que se
use una rúbrica de evaluación, donde podamos valorar en una escala numérica, si
el niño recuerda el nombre de los personajes principales como un aspecto, si
menciona los lugares más importantes en los que se desarrollaron los hitos de
la narración como otro aspecto, y la reflexión que nos trae la historia como
otro aspecto. Como se puede ver, se necesita de estudio y preparación en este
campo, para desarrollar la labor evaluadora de forma adecuada.
La recolección de datos significa entregar a los niños los
instrumentos de evaluación para que demuestren sus conocimientos, o a su vez,
registrar uno mismo en un instrumento, tales conocimientos o el grado en el que
han adquirido cierta competencia, mediante la observación.
Luego de haber recolectado los datos procederemos a valorar
el aprendizaje, es decir, a comparar los datos recolectados con los criterios
de evaluación previstos. En esta fase es
importante prestar mucha atención, para ver en qué aspecto específico está
fallando el estudiante, y así posteriormente no centrar nuestros esfuerzos en
cosas innecesarias, o en conocimientos que el niño ya domina. También es imprescindible señalar que debemos ser cuidadosos
con la forma en que abordamos la valoración, y no hacerle creer al niño que él
está mal, o que él es el error. Más bien con objetividad debemos analizar bien
en el caso y en el transcurrir de las diferentes evaluaciones, deducir por qué
el niño obtuvo una calificación baja. Puede ser que padezca de una dificultad
de aprendizaje, o problema emocional que esté repercutiendo en su rendimiento
académico; por esto había mencionado que
en la educación necesitaremos del apoyo de otros profesionales.
Finalmente se emitirá una calificación, es decir, se
representará en un número o valoración cuánto ha aprendido el estudiante, de
los temas que se habían propuesto. Una competencia para calificar es valorar el
proceso, saber si el error cometido es grave o minúsculo, para no bajar ni anotar puntos
más de la cuenta.
Todo ser humano
tiene el potencial para desarrollarse, superarse y aprender, solamente debemos
atender a su peculiaridad como persona. Una mala calificación no define al
estudiante, simplemente fue un error, una forma de aprendizaje, que servirá para ya no cometer los mismos errores después… Siempre se tiene que
cuidar a autoestima y confianza del niño o adolescente, para que éste pueda
tener un agrado e interés por las actividades educativas.
Y al igual que la evaluación que realizamos sobre los niños,
también existe otra evaluación y es aquella que tenemos que efectuar sobre
nosotros mismos. En variadas ocasiones los niños no aprenden, porque los
profesores son los que están haciendo algo mal; por esto, diariamente tenemos
que reflexionar sobre nuestro quehacer escolar ¿Fui didáctico? ¿Consideré sus
aprendizajes previos? ¿Utilicé un material llamativo? ¿Tomé en cuenta los
prerrequisitos para comprender el tema? ¿Fui paciente y afectuoso?, etc.
Reforzar
El reforzamiento tiene que ver con volver a enseñar un
contenido concreto, para que los alumnos lo puedan aprender, o para consolidar
sus aprendizajes. Esto generalmente se suele efectuar con los niños rezagados,
pero es importante que también lo hagamos con todos los niños en general, sobre
todo con aquellos contenidos imprescindibles que los estudiantes necesitarán
como base para aprendizajes posteriores.
Al igual que la enseñanza, el reforzamiento también demanda
de una planificación, y realizarla conlleva tomar en consideración la
valoración o diagnóstico realizado en la evaluación previa; de este modo, si se
diagnosticó una dificultad de aprendizaje, se tendrá que ser más tolerante con
el estudiante y exigirle solamente aquello que puede resolver de acuerdo a sus
posibilidades.
Asimismo en el reforzamiento, se da una preparación, que no difiere mucho de la realizada en la enseñanza.
Y luego tenemos el desarrollo, que conlleva la competencia de personalizar la enseñanza, para lo cual necesitamos previamente estudiar sobre los estilos de aprendizaje, las inteligencias múltiples, saber efectuar adaptaciones curriculares, emplear métodos didácticos no convencionales y adecuados a las necesidades de cada niño; como se puede ver, para todo esto se requiere de preparación.
Asimismo en el reforzamiento, se da una preparación, que no difiere mucho de la realizada en la enseñanza.
Y luego tenemos el desarrollo, que conlleva la competencia de personalizar la enseñanza, para lo cual necesitamos previamente estudiar sobre los estilos de aprendizaje, las inteligencias múltiples, saber efectuar adaptaciones curriculares, emplear métodos didácticos no convencionales y adecuados a las necesidades de cada niño; como se puede ver, para todo esto se requiere de preparación.
En esta etapa culmina el reforzamiento, posteriormente se
volverá a efectuar una evaluación, siguiendo los procesos ya señalados y así
obtener los resultados finales sobre la destreza o conocimiento alcanzado por
el alumno.
Orientación de la conducta de los estudiantes
Cada maestro debe establecer normas con los estudiantes,
normas que les enseñen cuáles son los límites del comportamiento; así como
principios que puedan guiar su forma de actuar. Pero aunque siempre se
establezcan políticas y reglas, es cierto que no todas llegan a ser cumplidas, y por esto el maestro se ve
en la necesidad de acudir al estudio de otras disciplinas para comprender mejor
la conducta humana, tales como: la Psicología General, la Psicología del
Desarrollo, la Psicología Cognitiva, la Didáctica General, entre otras. Todos
estos cuerpos de conocimiento nos preparan y capacitan para resolver de manera
constructiva todos los conflictos que acontezcan tanto dentro como
fuera del aula con los estudiantes.
En este caso las fases o etapas no son secuenciales, sino
que pueden transcurrir en cualquier orden. Así tenemos: la capacitación, el
desarrollo y la evaluación.
La capacitación consiste en informar a los niños sobre qué
recursos necesitan para desarrollar una conducta adecuada. Esto implicar crear
con ellos mismos las reglas de comportamiento, de tal modo que todos salgan
beneficiados y no se dé lugar a faltas de respeto ni de responsabilidad. Para
capacitar a los niños es necesario que se les dé la oportunidad de vivir los
valores morales, de crear situaciones en las que puedan convivir y poner en
práctica las conductas esperadas. Esto se puede lograr a través de la gestión
de trabajos grupales, escenificaciones, análisis de situaciones vivenciales o
historias, etc. También es importante que los niños conozcan sobre temas como
la gestión de las emociones y la competencia social. De la misma manera, es
imprescindible que el maestro sepa dar un buen ejemplo, que él mismo sea capaz
de poner en práctica los diversos valores morales, así los niños tendrán un
modelo a seguir, una evidencia de que sí es posible ser una persona moral y ética,
y así el maestro pueda decir: “¿Alguna vez te he faltado el respeto?, ¿Has visto
que yo no cumplo con mis responsabilidades?, ¿Cómo se demuestra la falta de
respeto?, etc.”. Por esto decía, que no cualquiera puede ser profesor, se
necesitan de diversas actitudes y virtudes que no cualquiera puede vivenciar.
Al mencionar desarrollo hago referencia a la puesta en
práctica de tales valores, si el niño se comporta de manera adecuada, todo está
bien; pero si se presenta una conducta disruptiva, será mejor que el profesor
intervenga rápido y proponga una resolución pacífica de los conflictos y de
acuerdo a los principios y normas que los mismos niños hayan establecido. En el
caso de que se haya definido una consecuencia para la conducta disruptiva, pues
se deberá ejercerla, y posteriormente se puede dialogar con los niños, para
analizar el tema con mayor profundidad, lo cual es parte de la evaluación.
Finalmente tenemos la evaluación, a diferencia de la
evaluación desarrollada en la enseñanza, en esta evaluación lo que se valora y
analiza es la conducta de los estudiantes, y de la misma manera, es necesario
que el maestro pueda conocer las causas del comportamiento inadecuado, y partir
de éstas, dirija sus acciones para resolver los asuntos de manera puntual.
Algunas estrategias imprescindibles son: el diálogo cara a cara con el niño
para analizar las causas y consecuencias de sus conductas disruptivas, otra puede ser la revisión o establecimiento de compromisos concretos con los padres
de familia para proporcionar un ambiente educativo que favorezca la formación
en valores del estudiante, también se pueden reforzar temas como la gestión
emocional, la empatía, la resiliencia y la competencia social de manera más
personalizada, y en casos graves, como ya se mencionó, necesitaremos la
intervención de otro profesional.
Como se puede ver, no es fácil ser profesor, no es un trabajo
que se pueda realizar por cualquier profesional que no se haya preparado en
este campo, se necesita pasión por la labor educativa, confianza, sobre todo un amor
profundo y constante por sus alumnos. Es una tarea difícil, porque muchas veces
se tiene que lidiar con padres de familia que no cumplen sus compromisos, o que
no están dispuestos a corregir las conductas de sus hijos, sino que proceden a
defenderlos o victimizarlos, es difícil porque siempre se tiene que trabajar en
asuntos extra-curriculares que sobrecargan la tarea docente, y le restan tiempo
a la persona para descansar y pasar el tiempo con su familia; es difícil por el
bajo salario que se recibe, lo cual casi apenas alcanza para los gastos básicos
de sobrevivencia, entre otras cosas más…
En conclusión, se requieren de diversos conocimientos y
competencias para poder ser un buen maestro, pero más que nada, de amor y
confianza hacia sus alumnos. Sin embargo, el desarrollo pleno del ser humano,
no es una tarea exclusiva del maestro; el maestro enseña, orienta, evalúa,
refuerza, anima y acompaña, ese es su rol, y para cumplirlo se necesita de
mucho, pero habrá ocasiones en las que necesitaremos de otros profesionales, el
maestro no puede brindar un tratamiento psicológico, ni proporcionar
medicamentos que restauren cierto equilibrio en el organismo. Para que haya una formación integral se debe prestar
atención a todas las áreas de la persona, y no simplemente a su vida escolar.
A continuación, presento un mapa conceptual que sintetiza y aclara lo visto con anterioridad.
Las responsabilidades de un profesor. Diagrama elaborado por Geovany Soto. 13 -03-2019 |
Bibliografía:
- Blanco, I. (2016). El universo de la inteligencia. México D.F., México: Limusa.
- Castillo, S. y Cabrerizo, J. (2009). Evaluación educativa de aprendizajes y competencias. Madrid, España: Pearson.
- Doin, G., y Guzzo, V. (2012). [La Educación Prohibida]. (13 de agosto de 2012). La Educación Prohibida - Película Completa HD. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=-1Y9OqSJKCc
- Flórez, R. (2005). Pedagogía del conocimiento. Bogotá, Colombia: McGRAW-HILL Interamericana.
- Mallart, J. (2008). Didáctica de la motivación. En J. M. Cejudo. (Ed.), Didáctica general (pp.177 -191). México D. F, México: McGRAW-HILL Interamericana.
- Oller, M. (2011). Métodos y estrategias para la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Sociales, Didática del Conocimiento del Medio Social y Cultural en la Educación Primaria (pp. 163-182). Madrid, España: Síntesis.
Comentarios
Publicar un comentario