¿Cómo disciplinar a mis hijos?
Previamente ya había
creado una entrada acerca de la disciplina como elemento fundamental para criar
hijos responsables, sin embargo en esta ocasión, el objetivo es presentar
situaciones específicas y marcos de acción más detallados, que guíen nuestro proceder
para disciplinar de una forma adecuada a nuestros hijos o alumnos.
Antes de ir al tópico
“cómo disciplinar”, quisiera hacer un breve repaso en el “cómo no disciplinar”;
ya se había dicho que la disciplina de afirmación de poder, al quitar privilegios
y utilizar el castigo físico puede funcionar al momento de aplicar la
reprensión, pero tendría repercusiones negativas a largo plazo; lo mismo
sucederá si le privamos de afecto al niño cuando no presente una conducta
apropiada.
Esto no sólo lo enuncio
en razón de lo que dicen los expertos, sino son hechos comprobados por mí en
relación a la experiencia de seres cercanos y a mis propias vivencias; recuerdo
bien que cuando mi mamá me “disciplinaba” propinándome unos golpes o correazos,
yo me solía irritar con más intensidad, sentía un rencor pasajero por ella,
lloraba con más fuerza aún, botaba las cosas valiosas para ella e incluso hubo
una ocasión en la que rompí una de sus fotos ¡Hasta ahora me arrepiento de
haberlo hecho! (Pero aprendí una lección muy importante que es la de no tomar
decisiones cuando estamos enojados). Luego mi mamá solía venir a consolarme y
explicarme el porqué de sus acciones y yo lo entendía todo, de tal forma que
nacía en mí una motivación intrínseca por portarme de la mejor manera.
Ubicados en este
contexto, creo que ahora será más fácil entender las siguientes sugerencias que
debemos considerar para implementar una disciplina efectiva a nuestros hijos:
- Establecer reglas junto a él
- Compensar positivamente las buenas conductas
- Usar el razonamiento
- Cumplir las consecuencias
1. Definir
reglas o metas junto a él
Así
el niño será consciente de la importancia de las reglas y las repercusiones que
tendrá no cumplirlas, además no sólo establecerá un compromiso social, sino
personal o consigo mismo. Aquí se deben establecer reglas afirmativas, más que
negativas, es decir, en vez de decir: “no hablar malas palabras en casa” o “no
molestar a tus compañeros”, sería mejor: “Debo hablar con cortesía”, “Debo
respetar a mis compañeros”… Y no sólo reglas, sino también metas, creo que
todos estamos de acuerdo que cada vez que pensamos en la palabra: “meta”, nos vemos más motivados a
persistir hasta el final en una determinada actividad. Un caso puede ser este: ¿Hijo, a dónde te
gustaría ir? –Al parque de diversiones papá –Muy bien, esa será tu meta, para
llegar a ella tienes que obtener calificaciones superiores a “ocho” en todas las
materias, para lo cual deberás hacer todos los deberes y estudiar, ¡Mira que
vas a aprender mucho en esta temporada!
2. Compensar
positivamente las buenas conductas
Las
alabanzas, los abrazos y frases como: “me siento muy orgulloso de ti”, elevan
la autoestima de la persona y lo motivan intrínsecamente a seguir efectuando las
buenas acciones; como lo pudo haber notado, las compensaciones no consisten en
premios materiales como juguetes, golosinas (aunque puede emplearlo
oportunamente), sino en adulaciones y distintas muestras de afecto, ya que de
lo contrario estaríamos formando seres materialistas y además no siempre nos
encontraremos en la posibilidades de brindarles un regalo físico. Si al niño le
cuesta hacer las cosas bien, es preciso mostrarles que cometer errores es una
forma de aprender y valorar sus pequeños logros, también debemos estar atentos
para observar una buena conducta y compensarla seguidamente.
3. Usar
el razonamiento
Generalmente los niños de siete años en
adelante ya tienen conciencia del bien y del mal, lo cual indica que pueden
entender que todo hecho ocurrido tiene su razón; aquí es donde debemos decirles
a los niños cuáles serán las repercusiones de sus malos actos: “si molestas a
los demás te puedes quedar sin amigos”, “si no estudias, no aprenderás cosas
que te van a ser muy útiles cuando seas un profesional” y si aun así sus
conductas negativas persisten es momento de aplicar no un “castigo”, sino una merecida
“consecuencia”, tampoco utilicemos el término “premio”, mejor: consecuencia; por
ejemplo: Si el niño ha obtenido buenas calificaciones en la mayor parte de las
asignaturas, no debemos decirle “ahora de premio, te llevaré al parque de
diversiones”, sino como previamente ya se había planteado una meta, podemos
decirle: “bien, cumpliste lo tuyo, hoy nos vamos al parque de diversiones, no
es un premio, es algo que tú te lo ganaste”. Las consecuencias deben ser
lógicas y naturales, si el niño rompe la regla de poder ver televisión por un
tiempo determinado, algo razonable sería decirle: “Hoy no has cumplido con lo
que quedamos, así que desde este momento hasta mañana no habrá televisión” o
darle a escoger entre dos opciones, por ejemplo: “dejas de jugar con la comida
o te vas a tu cuarto”, “respetas a tus compañeros o tendrás que salir de
clases”, etc.
4. Cumplir
las consecuencias
Insisto, las consecuencias deben ser
lógicas, lo cual implica que deben ser factibles de cumplirse y tienen que
cumplirse, generalmente los padres para calmar a los niños en lugares públicos
tienden a advertirles con enunciaciones como: “haz silencio o ese señor te va a
pegar” o ”si te sigues portando mal en el auto, te dejo abandonando en la
calle”, tal vez ese momento el niño/a se asombre y se tranquilice, pero con el
tiempo entenderá que son cosas imposibles de ocurrir, por lo cual seguirá con
su mal comportamiento y lo peor de todo nos identificará como unos mentirosos.
Si queremos advertir a un niño cierta consecuencia, antes pensemos si la vamos
a poder cumplir y si el individuo se sigue manifestando es la hora de aplicar
el efecto antes advertido lo más pronto posible; y si vamos a emplear una
consecuencia por un acto de forma fija, pues más vale que seamos consistentes,
no es que un día la aplico y otro no, un día la aplico y otro no; así jamás se
lograrán los resultados deseados.
En cuanto a los adolescentes se les puede
limitar el tiempo de internet, redes sociales, salidas, etc. Pero sin sobre
vigilarlo, ellos son seres que han desarrollado suficientemente su sentido
moral para discernir cuando algo es bueno y malo, por lo cual es momento de
darles más libertad y así, ellos mismos sean conscientes de las consecuencias
de sus actos, es momento de seguirles preparando para la independencia.
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Aunque ya lo he dicho antes, detrás de todo esto debe
estar el principio más importante que es el amor, aplique consecuencias con amor,
recompense las conductas con amor, dialogue con amor, todo hágalo con amor y
verá que encontrará más gozo en todas estas prácticas formativas.
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Bibliografía:
- Blanco, I. (2016). El universo de la inteligencia. México D, F., México: Limusa
- Coon, D., & Mitterer, J. (2010). Introducción a la psicología, El acceso a la conducta y a la mente". Santa Fe, Colombia: Cengage Learning
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